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  1. Amor flaco.

    sábado, 17 de enero de 2015


    Tus ojos brillaban mucho más que aquella farola vieja de aquel parque. El viento era gélido y golpeaba tu melena cual olas a la orilla del mar. Tu cabellera por esos días comenzaba a tornarse larga y alborotada..
    Tus mejillas y tus labios lucían más encendidos, más carmesí. Y yo, ay corazón coraza, yo lucía más agrietado, más cansado, un poco más triste.
    ¿Recuerdas los instantes en los que éramos irrompibles? ¿Recuerdas lo endeble de nuestro cariño? Nada lo doblegaba, ante nadie se marchitaba y no existía distancia que lo agrietara. Y que decir de aquellas citas y aquellas locuras que sí no fuesen por el amor y las mariposas en el estómago serían simplemente nimiedades, insignificancias que el tiempo borra.
    Te observe mientras caminábamos por aquella marquesina sin que te dieses cuenta, mientras sujetabas mi mano de forma tibia y quebrantada. ¿En qué momento dejamos de contar las estrellas del mismo cielo? ¿Cuándo fue que ese mar, ese caudal de sentimientos se transformaron en un ápice de emociones? Y peor aún, ¿Por qué de pronto el nosotros se convirtió en ustedes, en él, en ellos? Tu sabrás a lo que me refiero con estas líneas. Y afirmo que sólo tu lo sabrás, porque existe la certeza de que ni mi cabeza ni lo que esta ocultó bajo mi pecho han conseguido entenderlo amor mío.
    Me detuve un instante para recordar tu aroma, para evocar tus miedos, para quitarle el polvo a tus sonrisas, y fue precisamente en ese momento en el que por más extraño que parezca, empece a desearte más, comencé a añorarte más de lo permitido. Tome tus cartas, tus letras, tus palabras y permití que cada frase, cada te amo, cada por siempre se colara por la rendija de mi corazón, mientras que en aquel viejo reproductor sonaba "No other way" de un tal Paolo Nutini. Fue así como poco a poco, foto a foto, verso a verso, caí en la cuenta de que de un tiempo a la fecha, ni tu ni yo éramos los mismos, nuestro amor comenzaba a dilatarse como mis pupilas, nuestra historia comenzaba a enfriarse como aquel café que algún despistado olvido tomarse por la mañana.
    Pero, ¿Acaso de esto no se trata el amor?
    De apostar y dejar absolutamente todo por el, de estar dispuesto a morir en la última línea por el. De defenderlo a capa y espada, en la distancia, en la cercanía, en las alegrías y en las penumbras. De renovarlo con locuras únicas y placenteras para que este no se marchite, no se arrincone, no se olvide. Pero, lo olvidaste ¿Cierto? O al menos, no lo recordaste a tiempo antes de causarnos tanto daño. Se te fue la pinza y cuando menos te diste cuenta tu, tus ideales de antes y sobre todo yo, pasamos a segundo plano, un segundo plano en el que tal vez no hubiese sido tan lastimoso a no ser porque olvidaste en el, el compromiso y las promesas de años. Y justo cuando caíste en la cuenta de lo que había pasado, abriste los ojos y quisiste correr detrás de aquel tren en el que ya iba yo montado con mi baúl repleto de fotos amarillas y un sin fin de calles que olvidar.
    Amor flaco fue lo que quedo de lo tuyo, de lo mío, de lo nuestro. Un amor flaco, de esos que de tanto amar te dejan en los huesos. Un amor tan frágil y quebradizo que hasta con el más ligero roce de la bruma se des estabiliza. Letras a media tinta, fotos a medio tomar, sueños semi-trazados. Así es como quede y como quedaste, a medias en una ciudad que devora luces y amores verdaderos.
    Te escribo esto para que sepas que te extraño, leerás esto para recordar cuanto me amaste.

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